Sin embargo, podemos observar algunas quimeras ofrecidas, en principio a todos aquellos jóvenes que caminan en las calles gritando el nombre de su candidata dado que tienen por el momento un ingreso temporal y la promesa de un buen empleo. En segunda instancia tenemos a los sectores de la Sociedad que escuchan que harán por ellos. En los hechos, un Decreto de Ley no cambia la realidad como por arte de magia.
Los temas torales y de mayor demanda de nuestra Sociedad siguen sin resolverse por los que llegan al Gobierno, a las Cámaras de Diputados y Senadores, y prevalece el juicio político sobre el juicio económico para determinar las posibles soluciones a los problemas. El tiempo que dura un diputado federal de tres años en dicha posición le resulta insuficiente para encaminarse a un trabajo legislativo de importancia.
De ahí que los saltimbanquis antiguos, que pregonaban las noticias, hoy son aquellos que en la figura del diputado pregonan promesas de mejoras en la vida cotidiana, y que enfrentados en la arena política muchas veces terminan por seguir la línea directa de sus líderes camerales. Del dicho al hecho de dar empleos a muchos jóvenes, hay un gran trecho en la realidad. Las quimeras se desvanecen, la dura realidad se hace presente.
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