
El buen o mal ejemplo cunde, pero en aras de la motivación par que los ciudadanos paguen sus “impuestos y derechos” ahora se ofrecen premios que van desde automóviles hasta planchas, sea el predial, la tenencia, el agua, etc. Solo la Comisión Federal de Electricidad en Yucatán tiene la formula no tan secreta para ser una empresa de primer mundo al utilizar la fuerza coercitiva, expresada en “pagas o te cortamos”.
Se establece que en un Estado de Derecho, el Gobierno debe proporcionar los servicios públicos y los ciudadanos colaborar con ellos, debiendo ser equitativa la distribución del pago. Diversas modalidades se han ido considerando en este aspecto, pero finalmente la coerción se ha impuesto para lograr que el aparato administrativo de los gobiernos obtenga la recaudación, que hoy día parece ser el principal objetivo por encima del interés colectivo. Ya ni el slogan del bienestar se maneja.
El detalle es que los ciudadanos seguimos escépticos del destino final del pago de nuestros impuestos y derechos, cuando son múltiples las demandas de los servicios y los oídos sordos con que se presta la atención si es que hay. Ahora incluso se prefiere poner una maquina contestadora que es la solución mágica administrativa pero una traba para el usuario. Eso si, se obtienen premios a la calidad y la certificación como pretenden todas las dependencias gubernamentales.
Finalmente, la principal demanda no atendida del ciudadano es la obtención de empleo, la promesa sagrada de todo aspirante al poder gubernamental, pero que en los hechos queda en el olvido una vez sentado en la silla, de modo tal que los apremios o premios para motivar al pago de los impuestos y derechos tiene un doble filo, por un lado el desprecio al ciudadano desempleado, y por el otro el bienestar del aparato burocrático. Así se ven las dos caras urgentes de la moneda. Juzgue Ud.
Se establece que en un Estado de Derecho, el Gobierno debe proporcionar los servicios públicos y los ciudadanos colaborar con ellos, debiendo ser equitativa la distribución del pago. Diversas modalidades se han ido considerando en este aspecto, pero finalmente la coerción se ha impuesto para lograr que el aparato administrativo de los gobiernos obtenga la recaudación, que hoy día parece ser el principal objetivo por encima del interés colectivo. Ya ni el slogan del bienestar se maneja.
El detalle es que los ciudadanos seguimos escépticos del destino final del pago de nuestros impuestos y derechos, cuando son múltiples las demandas de los servicios y los oídos sordos con que se presta la atención si es que hay. Ahora incluso se prefiere poner una maquina contestadora que es la solución mágica administrativa pero una traba para el usuario. Eso si, se obtienen premios a la calidad y la certificación como pretenden todas las dependencias gubernamentales.
Finalmente, la principal demanda no atendida del ciudadano es la obtención de empleo, la promesa sagrada de todo aspirante al poder gubernamental, pero que en los hechos queda en el olvido una vez sentado en la silla, de modo tal que los apremios o premios para motivar al pago de los impuestos y derechos tiene un doble filo, por un lado el desprecio al ciudadano desempleado, y por el otro el bienestar del aparato burocrático. Así se ven las dos caras urgentes de la moneda. Juzgue Ud.
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